Poesía norteamericana
[Traducĕre #16] James Schuyler por Laura Wittner
Por Laura Wittner / Sábado 09 de marzo de 2024
James Schuyler y Laura Wittner.
La traductora y poeta Laura Wittner nos trae dos poemas de James Schuyler, de la New York School, inéditos en castellano. Como explica: «Cuando le muestro a alguien un poema de James Schuyler tiendo a dar explicaciones; casi a justificarme, a justificarlo, a defenderlo de antemano: parece tan simple que puede desconcertar, solo describe el mundo desde un punto fijo, o describe su mente desde un punto fijo».
Tal vez
te escriba una carta,
día de junio. Querido cinco de junio:
estás todo de verde, de tantos
verdes y de un verde
total, sombras de árbol sobre
briznas de pasto y sombras
de briznas de pasto. El aire
se llena de ruido de motor
de cortadora de césped. El gato
aparece en la entrada
con un conejito muerto
en las fauces. El sol
es caliente, la brisa
es fresca. Y de golpe
en todo ese verde
florecen las lilas,
inmensas y exquisitas
en forma, color
y perfume. Las rosas
tienen más brotes
que nunca. No hay
flores. Pero pronto.
Día de junio, tenés
tu propia perfección:
muy verde como para
despedirte. Verde,
quedate
un ratito.
I think
I will write you a letter,
June day. Dear June Fifth,
you’re all green, so
many kinds and all one
green, tree shadows on
grass blades and grass
blade shadows. The air
fills up with motor
mower sound. The cat
walks up the drive
a dead baby rabbit
in her maw. The sun
is hot, the breeze
is cool. And suddenly
in all the green
the lilacs bloom,
massive and exquisite
in color and shape
and scent. The roses
are more full of
buds than ever. No
flowers. But soon.
June day, you have
your own perfection:
so green to say
goodbye to. Green,
stick around
a while.
La noche
La noche está llena de indecisiones
tomar un clona o una anfeta
salir a caminar
tirar
me y relajar
Te lo ordeno: RELAX
Enfrentar la noche
ardiente –u oscura– el aire
acondicionado
la única canción:
yo te quiero un montón
te necesito ahora y un montón
cansado y fastidiado
pero no tengo que llamarte:
yo no sabía
que tocaba una herida sin cerrar
un trauma: la herida va a cerrar
y lo único que hice
fue aterrarme un segundo
por teléfono
«¡Ay, chiqui, me asustaste!»
No, lo que dijiste
primero por teléfono
fue «Chiqui, voy para allá».
Y sí. Así fue. Así
viniste, veloz como
la luz, me querés tanto,
no sabía que alguien
te había herido tanto,
se te puso suicida: la cabeza en el horno
amenazas –todo
el combito histérico. No es
mi onda.
No soy suicida:
somos fuertes
lo sabés
pero igual
me tengo que dormir
y esperar –yo
te quiero tanto
vas a ver cuánto
yo sé que ya
lo sabés bien:
nos queremos
tanto. Buenas noches
mi cariño, mi amor
mi querido, mi más y más querido
es cierto
que nos que
remos tan
to.
The Night
The night is filled with indecisions
To take a downer or an upper
To take a walk
To lie
Down and relax
I order you: RELAX
To face the night
Alight –or dark– the air
Conditioner
The only song:
I love you so
Right now I need you so
So tired and so upset
And yet I mustn’t phone:
I didn’t know
I touched a wound that never healed
A trauma: wounds will heal
And all I did
Was panic so briefly
On the phone:
I didn’t know
“Oh, baby! you scared me.”
No, what you said
First on the phone
Was, “Baby, I’ll be right there.”
You were. You did. You
Came, it seemed, as fast
As light, you love me so.
I didn’t know someone
Once hurt you so,
Went suicidal: head in the oven
Threat –that
Hysteria bit. Not
My trip.
I am not suicidal:
We are strong and
You know it and
Yet
I must sleep
And wait –I
love you so
You will know
I know you do
Already know:
We love each other
So. Good night
My own, my love
My dear, my dearest dear
It’s true
We do we
Love each
Other so.
______________________________________________________________________
SOBRE EL AUTOR
James Schuyler nació en Chicago en 1923. En 1951 publicó tres cuentos cortos en la revista Accent. Poco después conoció a Frank O’Hara, a John Ashbery y a Kenneth Koch, con quienes compartiría la vida y la escritura como parte de ese núcleo que la crítica gustó de llamar «The New York School», o Escuela de Nueva York en castellano. Trabajó como curador en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y como crítico de arte en la revista Art News. Algunos de sus libros son Freely Espousing, Hymn to Life, A Few Days y The Morning of the Poem, que recibió el Premio Pulitzer en 1981.
Schuyler murió en Nueva York en 1991.
SOBRE LA TRADUCCIÓN
Cuando le muestro a alguien un poema de James Schuyler tiendo a dar explicaciones; casi a justificarme, a justificarlo, a defenderlo de antemano: parece tan simple que puede desconcertar, solo describe el mundo desde un punto fijo, o describe su mente desde un punto fijo (que es su propia mente). Pero no es tan simple armar poemas así, digo, y que te den un sacudón. Saber mirar tan bien, saber decir tan bien lo que se ve. También digo que es muy difícil traducirlo. Porque es difícil reproducir esa sencillez que sin embargo recurre al balbuceo y a la repetición, a la corrección, la rectificación, los ecos, el giro inesperado pero apenas corrido de la norma, apenitas: aceptable en un contexto coloquial, usado como sonido en el poema. ¿Qué se hace con todo eso en el paso de un idioma a otro cuando, justamente, todo eso es el poema?
En tanto lectora, sin embargo, no me costó abrazar a Schuyler de inmediato. Mark Dow me pasó unos poemas suyos. Era 1997. Yo había leído a sus amigos O’Hara, Koch y Ashbery, pero como suele ser el caso con la New York School, no conocía a Jimmy Schuyler. Mark me dijo también que Schuyler se pronunciaba «Skyler». Que el apellido era holandés. Poco después, en una lectura que lo homenajeaba, escuché que Eileen Myles confirmaba la pronunciación. Todavía hoy, los poemas de Schuyler me siguen dando todo lo que necesito para mirar el mundo. A veces, en poemas suyos que nunca había leído, encuentro cosas que escribí en poemas míos. Que escribí incluso antes de conocerlo. Cosas nimias, combinaciones de dos o tres palabras con dos o tres ideas: nos queremos, está claro.
Durante varios años, en mis ratos libres, avancé con la traducción de su poema «The Morning of the Poem». Es un poema largo de versos largos, que atraviesa paisajes, ánimos y situaciones: probablemente mi preferido. Y aunque ofrece menos dificultad que algunos de los breves (porque no siempre hay que lograr una emoción con pocas letras por verso), sí las presenta en ese perpetuo sentido schuyleriano: la rima impensada, la imagen ambigua, el «por qué en sus palabras es perfecto y en las mías se desarma». Ese poema lo dejé por la mitad y si volviera a él supongo que tendría que empezar otra vez. Nadie se baña dos veces en la misma traducción. Lo mismo pasaría con la serie de poemas que traduje para Una ciudad blanca, la antología que publicó Gog & Magog en 2012.
Los problemas siguen siendo los mismos, claro, pero a veces una cambia de solución. ¿Qué hacer con esos versos cortos, abruptos, que a veces dejan una palabra colgando y la resignifican en el verso siguiente? ¿Qué hacer con lo coloquial, con el encastre ligero de observaciones que se van sumando en una estructura movediza, arenosa? Hay que volver varias veces sobre cada decisión, emprolijar, romper, rearmar. Sin embargo, mi única respuesta hasta el momento es ésta: para lograr un Schuyler en castellano hay que moverse con muchísima libertad. Confiar en que él aprueba, en que lo estamos entendiendo. Poder elegir una variante en la que una se sienta cómoda, hacer dos versos de uno cuando es muy necesario, bajar mayúsculas, comprometerse con el sonido y reconocerlo como sentido. Respirarle cerquita, cantar su canción.
Ahora elegí dos poemas que nunca antes había traducido. Dos representantes de ese doble universo sobre el que escribió Schuyler: la naturaleza (días, meses, plantas, lluvia, frío) y las emociones (amigues, amores, tristeza, parálisis). Espero mejorar estas versiones con el tiempo, pero mientras tanto espero que logren retener un poquito de esa magia que creí ver en 1997 y que vuelvo a encontrar cada vez que abro un libro suyo.
Productos Relacionados
También podría interesarte
La metafísica más pura y dolorosa realidad. Salvador Biedma recupera un bonus track de la poeta estadounidense Marie Howe (1950) y lo presenta en nuestra última entrega de Traducĕre de 2022. Poemas directos como dardos y desgarradores como solo la vida puede llegar a serlo.
Conocida por la novela Las islas de los pinos, la alemana Marion Poschmann llega ahora al español como poeta en la serie Traducĕre. Grin Leoni, el traductor de estos poemas, sugiere que la de Poschmann es una poética que «configura paisajes, escenarios del mundo natural que nos cautivan y traen consigo también una crítica a la civilización humana».
Palabras que atraviesan fronteras y que cargan un equipaje difícil de descifrar: formas en que Dagmara Kraus (Polonia, 1981) diseca al lenguaje. Como señala Leticia Hornos Weisz, traductora del alemán al español de este poema, «a través de un fino y sofisticado proceso de observación, desmembramiento y escucha de palabras, estructuras, jergas, arcaísmos, neologismos y préstamos [...], Kraus construye en capas superpuestas un universo poético polifónico». Patria, nación, extranjería y lenguaje: Traducĕre #2.
Leer en traducción es vincularse con la ajenidad y ampliar el universo de lecturas. En esta nueva sección, traemos textos de autoras o autores que no han sido traducidos al castellano o que merecen una retraducción. Para Traducĕre #1, la traductora Micaela van Muylem traduce del neerlandés a la poeta contemporánea Sasja Janssen. «Vírgula» es un poema hecho de imágenes, suspensiones y vueltas sobre la propia lengua. Al final, de yapa, Micaela comenta su traducción.
¿Qué pasa cuando nos enteramos de que nuestro hogar pronto no existirá más? La novela Wat alleen wij horen [Lo que solo nosotros oímos] es la historia de un edificio a punto de ser demolido contada desde la vida de sus habitantes. Pero también lo edilicio es protagonista del texto. La traductora Catalina Cepernic trae al español el comienzo de esta obra inédita en nuestra lengua de la autora belga Saskia de Coster (1976).
Tres cascadas en modo poético: del olvido, de la felicidad y de los secretos. Tres poemas de la alemana Daniela Danz (1976) traducidos y comentados por Facundo Nahuel Anseloni. Poesía + filosofía: Traducĕre #13.