La escritura poética
The Lorca Sessions
Por Roberto Appratto / Martes 03 de diciembre de 2019
Federico García Lorca cultivó la poesía, la prosa y el teatro; es uno de los mejores poetas del siglo XX y cuenta con una vasta y genial obra que se vio truncada con su asesinato en los albores de guerra civil española. Roberto Appratto recomienda Poemas y conferencias de Federico García Lorca, un diálogo entre Roberto Echavarren y Francisco Álvez Francese a propósito del poeta español.
Poemas y conferencias de Federico García Lorca es el nuevo título de La Flauta Mágica, colección de poesía y ensayos sobre poesía dirigida por Roberto Echavarren. En los últimos años han aparecido en esta colección varios libros que incluyen textos y reflexiones sobre Julio Herrera y Reissig, Sor Juana Inés de la Cruz, Wallace Stevens, John Ashbery, Poesía rusa, Néstor Perlongher y Haroldo de Campos, entre otros; siempre con un prólogo de Echavarren que da cuenta del poeta y del movimiento al que pertenece, lo sitúa en el concierto de la poesía y presenta los textos y artículos teóricos que integran el volumen. En este caso el prólogo está escrito, o más bien hablado, a dos voces: el director se une a Francisco Álvez Francese, poeta y crítico uruguayo de una generación más reciente, en un diálogo que llamaron The Lorca Sessions en clara alusión a la improvisación jazzística.
El discurso oral recoge dos encuentros entre ambos y permite el despliegue libre de referencias y posibilidades de reflexión a propósito del pensamiento poético y de la poesía de Federico García Lorca. Está dividido en dos partes («Amor y muerte» y «La naturaleza y lo popular») de modo de designar, de manera lo más amplia posible, los temas y motivos que pueden encontrarse en la poesía de García Lorca desde una mirada no solo actual sino interesada en el valor actuante de su producción para la escritura contemporánea. Tal procedimiento, que es el seguido por Echavarren en cada uno de los títulos de la colección, se encuentra avalado aquí por el diálogo que va y viene sobre las ocurrencias de los dos: a cada paso los temas (cuerpo, fetiche, agua, vestido, la ciudad, la muerte, el deseo) se dividen y saltan a otras categorías de pensamiento, de modo de hacer del intercambio algo más que una información general sobre García Lorca. Es necesario agregar que el entusiasmo y el conocimiento de Álvez y Echavarren ayudan a entender no solo la poesía de García Lorca, sino la posibilidad de incluir sus gestos (su complejidad sintáctica, su recurso constante a distintos tipos de imágenes, su manera oscura de designar, su aspiración a decir siempre algo más que lo que se dice) en una manera moderna de concebir la poesía.
El intento de vivificación del pensamiento de y sobre Lorca está ilustrada por una excelente antología de toda su obra, incluyendo la poesía en las obras de teatro: el Romancero Gitano, Poeta en Nueva York, El diván del Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías entre otros, y también fragmentos de Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, Así que pasen cinco años, Doña Rosita la soltera. Y esa visión incluye dos excelentes ensayos, La imagen poética en Don Luis de Góngora y Teoría y juego del duende, y así completan el valor informativo del libro.
«Una imagen poética es siempre una traslación de sentido» dice García Lorca al comienzo de su conferencia sobre Góngora. En esa afirmación, que expresa su admiración por Góngora y explica el valor de su poesía desde dentro mismo de su oscuridad, que nubló el juicio de sus contemporáneos, es un modo de nombrar lo que él mismo hacía. Varios pasajes de Poeta en Nueva York,
«Tu ignorancia es un monte de leones. Stanton.»
o
«La aurora de Nueva York tiene / Cuatro columnas de cieno / Y un huracán de negras palomas»
o
«La mujer gorda venía delante / arrancando las raíces y mojando el pergamino de los tambores»
o en el comienzo de la «Oda a Salvador Dalí»:
«Una rosa en el alto jardín que tú deseas./ Una rueda en la pura sintaxis del acero.»,
alcanzan para exponer la riqueza de significación lograda por el ritmo, por el desplazamiento de las imágenes, por el corte simultáneo en varios planos a la vez, que pasaron después a ser patrimonio de la mejor poesía del siglo XX.
Álvez y Echavarren no lo declaran, pero la muestra y el diálogo inicial tienen como cometido proponer una lectura de García Lorca: no solo como poesía que se lee y se admira, sino también como poesía de la cual aprender para escribir. Es, sin duda, uno de esos modelos inamovibles de escritura que nos enseñó, entre otras cosas, que los temas no son intocables, que dependen de su tratamiento y su flexibilización desde el lenguaje para que puedan dialogar con el lector y hacerse vigentes todos los días.
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