concurso abierto
No ficción: Un premio latinoamericano
Por Escaramuza / Lunes 11 de julio de 2022
Centro Cultural Oscar Niemeyer, Goiânia. Foto: Shuuterstock.
Faltan pocas semanas para el cierre del Premio de No Ficción Latinoamérica Independiente. Conversamos con la periodista y narradora argentina Josefina Licitra, así como con el editor y crítico brasilero Schneider Carpeggiani, jurados del premio, sobre las formas y los rumbos de la no ficción en nuestro continente.
¿Qué tipo de no ficción es la que les gustaría encontrar en el concurso?
Josefina Licitra: Me gustaría encontrar material exhaustivo en torno al tema que sea. Que, si se decide trabajar sobre un problema social, o algo que les suceda a terceros, el abordaje de ese problema no sea solamente narrativo, sino periodístico. Que haya buena recopilación y uso de los datos, buen manejo de la modulación entre el dato y la narrativa, así como una hipótesis de trabajo. Y, del mismo modo, si se elige escribir una crónica del yo, una historia personal (que es un subgénero que me encanta leer) creo que hay que explorar el tema elegido de manera profunda, honesta, dolorosa, pero usando la narrativa como dique de contención para que el asunto no sea presentado dentro del registro del diario íntimo o del mero espacio de catarsis. Espero un texto de no ficción profundo, serio y comprometido, y que por supuesto tenga relevancia pública. Si es una historia personal, debe permitir lazos de empatía con el lector, sino sería puro exhibicionismo.
Schneider Carpeggiani: Vivimos un momento tan absurdo, en el que las historias insólitas nos rodean todo el tiempo, que los límites entre lo que es ficción y la realidad ya no parecen suponer una gran diferencia. Es como si estuviéramos rodeados de Scheherezades tratando de captar nuestra atención continuamente. Creo que un texto de no ficción para el momento actual debería hacernos reflexionar sobre la importancia meticulosa de la investigación de los hechos y recordarnos que la realidad, sí, es inquietante e indomable, al igual que una novela.
¿Qué lugar les parece que ocupa hoy en día la no ficción en sus respectivos países y desde sus respectivos roles?
JL: Desde hace unos años, la no ficción está instalada no desde la llamada nueva crónica latinoamericana, la forma encontrada para hacer crecer la no ficción entre los periodistas y la opinión pública. Ya no hay tantos medios que publiquen esa crónica, como Orsai, revista que edito y que publicamos muy poco. Los medios tradicionales incorporaron elementos de la no ficción, que hacen a las posibilidades narrativas por medio de las cuales se puede presentar, enriquecer y trabajar lo verosímil de un tema. Si bien ya pasó lo que se entiende como el «boom de la crónica latinoamericana», quizá porque hubo una saturación, el mundo editorial se está volcando bastante a títulos de no ficción. Considero que una de las razones de este vuelco es que desde las plataformas de producción audiovisual se busca este tipo de material para adaptarlo a la pantalla. Yo misma me ocupo de escribir guiones, adaptaciones, y sé en qué medida buscar libros de no ficción para llevar a lo audiovisual. Es decir, la no ficción sigue vigente, tiene sus lectores, se retroalimenta con lo audiovisual, es decir que sigue siendo interesante y desafiante encontrar temas sobre los que nos interesa escribir.
SC: En una sociedad en la que todo es fácilmente falsificado y duplicado, el papel de la no ficción (y subrayo la importancia del periodismo en esto) es fundamental. Se habla mucho de que el periodismo está en crisis. En realidad, lo que está en crisis es el modelo de negocios del periodismo. El periodismo, y aquí vuelvo a insistir en la importancia de la recopilación de datos precisos, es nuestra arma contra el fascismo, que tanto se alimenta de las noticias falsas. Es necesario que volvamos a confiar en quienes nos cuentan las historias.
¿Qué textos de no ficción les parecen innovadores e imprescindibles en este momento?
JL: Lo que más estoy leyendo es ensayo. El lenguaje materno, de Fabio Morábito, un libro maravilloso que se hace preguntas en torno a la escritura, y La obligación de ser genial, de Betina González. También estoy leyendo mucha ficción, más interesada en las formas de construir historias, que en el código de lectura, si es ficción o no ficción. Este momento es más líquido, en tanto no hay estamentos tan delimitados como antes.
SC: Hay un autor brasileño que es más recordado por su trabajo como dramaturgo, que es Nelson Rodrigues. Nelson tiene unas memorias tituladas Menina sem estrela (Niña sin estrella), que son una mezcla de la tragedia que fue su vida y la tragedia de ser un observador del siglo XX. Leemos el libro pensando que Nelson Rodrigues es el propio siglo XX. A la hora de contar una historia tenemos que ser humildes y darnos cuenta de que nuestras historias se mezclan con todo lo que nos rodea. No somos los únicos dueños de nuestra historia. También es propiedad del tiempo en que vivimos.
Más información sobre el premio: www.premiodenoficcion.com
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