reseña
Neil Gaiman y la fantasía como historia
Por Federico Ivanier / Sábado 10 de febrero de 2018
Neil Gaiman es un crack. Sacale la c y la k y ponele tilde a la a, da lo mismo. El tipo es un genio, muy conocido por novelas como Coraline y Stardust, ambas llevadas al cine. Ahora tenemos en español una nueva novela suya, Odd, traducida por Elbio Gandolfo: una encantadora novela vikinga acerca de un héroe inesperado que lucha contra gigantes de hielo para salvar Asgard, la ciudad de los dioses. Por eso, esta aparición de Odd viene bárbaro como excusa para hablar un poco de este autor inglés nacido en 1960.
Al empezar esta nota me puse a pensar por qué es que me resulta siempre atractivo leer cosas de Gaiman. Y lo más poderoso, en pocas palabras, para mí, es lo siguiente: su manera de encarar la fantasía. Porque Gaiman no usa la fantasía como suelo verla utilizada: a) como un contexto cualquiera para una historia o b) como algo que simplemente es raro, sino de un modo propio.
Sé que no está bien definir qué es algo partiendo de premisas negativas, pero aguántenme la cabeza porque vale la pena detenerse un instante en esto. Si la fantasía es simplemente un contexto más, digamos que no vale mucho. Si la historia funciona sin mucho cambio sustancial en un mundo paralelo, en el lejano oeste o en Montevideo, digamos que la fantasía ahí es algo bastante débil, que puede ser intercambiado por cualquier otra cosa. Algo parecido ocurre con mostrar a la fantasía como lo «raro» y punto (en ese caso, además, suele aparecer un desfile de criaturas mágicas y/o circunstancias misteriosas y esa termina siendo la única gracia —que no lo es tanto, ya que no hay nada más raro y misterioso que la realidad—).
Respeto estos dos caminos, pero me aburren. Por suerte, con Gaiman, la fantasía pasa a ser algo que es esencial a cada historia. Él no utiliza la magia por la magia en sí misma, sino para algo más: para contar algo que no podría ser contado si no tiene elementos mágicos. La fantasía es la historia y no un elemento en la historia. Y, a través de esa fantasía, te deja ver la realidad como algo nuevo, te hace reparar en cosas que normalmente no habrías visto. Hacer eso no es solo comprender a la fantasía como género (al menos para mi gusto) sino que, además, es dificilísimo de hacer bien, como en el caso de Gaiman.
Sueno medio teórico, ya sé, por eso, acá van rescatadas algunas obras que me parecen fundamentales de Neil, para que pasen y vean. Aclaro que, a propósito, eludo a Coraline y a Stardust.
Sandman
Este es un cómic en el que Gaiman trabajó alrededor de una década y que se ha convertido en un clásico, casi un ícono cultural. No es nada infantil, sino «para lectores maduros» como se advierte en la portada de cada volumen. Definir lo que es Sandman es imposible a menos que se lo experimente. Sería como tratar de describir con palabras un plato delicioso: por más adjetivos que use, no hay nada que suplante el saborear la comida. Acá es un poco lo mismo. La línea argumental de Sandman sigue al personaje principal, que es Sandman (que en inglés significa «hombre de arena»), llamado Sueño, o Morfeo, también. Es, ni más ni menos, que quien moldea los sueños y que es uno de los siete Eternos (Destino, Muerte, Destrucción, Deseo, Desespero y Delirio). En una mezcla de mitología, historia, leyendas urbanas, toques hasta de tragedia griega (poco menos) y horror, viajar en los diez volúmenes de esta historia es una experiencia única e irrepetible.
M de magia
Un libro de cuentos para niños y adolescentes: irreverentes, con toquecitos de horror, raros, pero con un sentido, de esos que te hacen mirar la realidad desde el cristal deformador de la fantasía, pero no por el mero gusto de deformarla, sino para hacerte verla (aunque suene extraño) con más claridad que antes.
El libro del cementerio
Precioso libro que sigue la historia de Nadie Owens, un niño al que le matan a la familia, huye y va a dar a una colina donde hay un cementerio y, allí, los fantasmas lo adoptan y lo hacen vivir entre ellos. Como la familia adoptiva es Owens pero no saben el nombre real del niño, lo llaman Nadie. Gaiman ha admitido que se inspiró en El libro de la selva, de Kipling, y es cierto que hay elementos en común, pero El libro del cementerio es una obra por sí misma, más allá de la conexión con ese texto maravilloso de Kipling.
Odd y los gigantes de hielo
Gaiman, Neil
Pictus (2016)
Páginas: 128
UYU 360