ACERCA DE ESCRIBIR
¿Escribir para descubrir?
Por Federico Ivanier / Domingo 10 de diciembre de 2017
De vez en cuando viene bien ponerte a leer algo con cero expectativas. Por lo general (aunque no siempre), quizá por eso de no esperar nada, suele pasar que terminás pasando bien.
Algo así me pasó con los Soldados de Salamina de Javier Cercas. Estuve algún tiempo eludiendo esta novela porque trataba de la Guerra Civil española y suelo tener una cierta resistencia a las novelas históricas. Es un prejuicio estúpido, generado por algunas novelas históricas que parecen albergar considerar que son buenas simplemente porque contienen mucha información, porque son «correctas» en su reproducción de un momento histórico.
Y esa es una noción falsa. Una novela no es buena por lo «real» o por su «precisión» fáctica, sino, justamente, por lo opuesto: una novela es ficción, o sea, una serie de mentiras bien contadas. Una novela necesita ser un invento. Al menos en parte.
La novela de Cercas (que es buenísima) se centra en la historia de Sánchez Mazas, un fascista instigador de la guerra que, siendo prisionero al final del conflicto, va a ser fusilado en un bosque junto a varios otros presos, pero logra escapar y se esconde. Una vez escondido (y esto es lo que atrae la curiosidad autoral de Cercas), es descubierto por un soldado enemigo que simula no verlo y, de ese modo, lo salva. Sánchez Mazas conserva así su vida.
Si bien la anécdota es cierta, uno de los atractivos de la novela es que se trata, también, de una novela acerca de cómo escribir esa propia novela. Es el cuento de Javier Cercas consiguiendo la información, encontrando el modo de transformar esta información en un texto novelesco.
De hecho, la novela tranquilamente podría leerse como el diario de un escritor en la búsqueda de una novela. Soldados de Salamina no es solo eso, pero mucha de su fortaleza está ahí. Es, sí, acerca de la Guerra Civil y de un personaje funesto, pero sin dudas también es acerca de cómo Javier Cercas, por ejemplo, decide buscar una segunda mitad para su novela.
La primera recorre la peripecia de Sánchez Mazas. Pero Cercas descubre, a medio camino, que va a necesitar una segunda parte: un nuevo foco que redondee su novela… que, al principio, no tiene idea cuál podría ser. Y eso lo hace pensar que su Soldados de Salamina es un fracaso.
Pero Cercas persiste, por supuesto, y su crónica de cómo toma la decisión de escribir la segunda mitad de la novela, de cómo surge la información, de cómo va investigándola, de cómo influye su vida cotidiana y personal en esta búsqueda se convierte también en una novela.
Dicen que los escritores leemos otros libros para ver qué podemos sacar para nuestras propias escrituras. O para aprender acerca de nuestro oficio. Es cierto. Lo más atractivo para mí del gran libro de Cercas es una idea que subyace en todo el texto: que se escribe para descubrir. Es la necesidad de Cercas de descubrir lo que lo lleva a escribir esta novela o «historia real», tal como él mismo la refiere.
Por supuesto, de inmediato, esto me hizo pensar en Stephen King (mi héroe de la adolescencia) que siempre insistía (en particular en su libro On Writing, traducido como Mientras escribo, a pesar de que yo lo traduciría como Acerca de escribir) con que un escritor debería escribir siempre acerca de lo que conoce. Porque solo conociendo algo podés escribir acerca de eso.
¿Cómo es entonces? ¿Uno escribe para descubrir? ¿O debe escribir acerca de aquello que ya ha descubierto y, por tanto, ya sabe?
La respuesta, por supuesto, va a depender de cada escritor. Quizá uno escriba para descubrir y, una vez que ya descubrió, justamente, está en condiciones de compartir lo ya escrito. O de escribirlo posta. Aunque sea tanteando, por ensayo y error, de manera no tan distinta, al fin y al cabo, a como hace Javier Cercas.
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