Libros para regalar
Nada que ver entre sí
Por Virginia Mórtola / Domingo 22 de diciembre de 2019
Ilustración de Gabriela Burin en «El incendio» (Topito ediciones, 2019).
«¿Qué pueden tener en común un incendio, una bitácora y lo infinito?» Así empieza Virginia Mórtola sus recomendaciones de libros para regalar este año. Para nosotros, son infinitos los libros que incendian-encienden nuestra imaginación y, por supuesto, no caben en una única bitácora.
¿Se les ocurre qué pueden tener en común un incendio, una bitácora y lo infinito? Depende de quién responda la pregunta. Alguien dirá: nada de nada. Otros podrán pensar que es infinito lo que se puede escribir sobre los incendios en una bitácora. Quizá alguna piense en recorridos infinitos dentro de una cápsula que atraviesa galaxias, planetas desconocidos, meteoritos incendiados y anotará todo en su bitácora de viaje. ¿O habrá otros motivos? Veamos.
Aventureras expediciones
«Un par de siglos atrás, se vivió el esplendor de las grandes expediciones científicas —europeas— que recorrían desconocidos territorios en los cinco continentes. Junto con los naturistas, viajaban cartógrafos e ilustradores. Acumulaban narraciones y materiales para mostrar a los demás los resultados y hallazgos de estas travesías, en libretas y álbumes, como cuadernos de bitácora». Así empieza, y este es el espíritu, Bitácoras. Fotografías y relatos de fauna del Uruguay (Zona editorial, 2019). Un libro para salir de expedición y conquistar nuevos exploradores. Al entrar en sus profundidades conocerán lugares, paisajes y animales de nuestro país a través de la fotografía y las narraciones de Marcelo Casacuberta. Guillermo Kloetzer acompañó esta aventura, porque este libro es otro gran proyecto de De La Raíz Films. El paseo atravesará el río, la quebrada, la pradera, el monte, el bañado, el cerro, la laguna y la costa. Y lugares con nombres tan pintorescos como «Valle del Lunarejo». Cada paraje está acompañado por una vivida narración que trasmite la minuciosa observación del fotógrafo que espera sin cansancio para conseguir la mejor toma. Y lo logra. Podrán asustarse con el gesto amenazante de la comadreja mora, fascinarse con los colores del churrinche y la mariposa zafiro, conmoverse con la tortuga campanita y conocer de cerca muchísimos animales. Y un detalle bellísimo: mientras leen la bitácora y miran las fotografías, podrán escuchar el sonido ambiente de cada lugar escaneando el código QR del capítulo. GEN, Centro de Artes y Ciencias, y Gabriel Casacuberta formaron parte del equipo que trabajó para que el sonido quedara impecable. Ideal para disfrutarlo reposando en una hamaca paraguaya. Yo ya lo tengo, si no iría corriendo a conseguirme uno.
Esto no es un libro ¿o sí?
El libro infinito, con texto de Silvia Soler, diseñado e ilustrado por Luisa Sabatini (Más Cerca ediciones, 2019) no es un libro, es una caja. Leyeron bien: una caja dentro de la que van a encontrar seis… ¿cómo llamarlas? ¿tarjetas desplegables? No se extrañen de mi dificultad para encontrar palabras que nombren con exactitud este libro-caja con tarjetas desplegables, sucede que es único. Absolutamente único en su formato. Y su formato recrea lo infinito de las historias. Cada tarjeta se despliega y, a medida que giramos la hoja, avanza una breve, brevísima historia sobre la vida en esta tierra: de la semilla al árbol, del huevo a la rana, del gusano a la mariposa, del amanecer a la noche, de la gota de mar a la lluvia y del pájaro encerrado a la libertad. Las historias terminan en el punto de inicio, por eso son infinitas y en su infinitud nos cuentan de los permanentes ciclos de la vida.
Todo empezó en el agua. Fui un huevo y después un renacuajo.
Saqué una pata, y otra, y otra, y otra.
Qué pasó con mi cola. Crecí, cambié
Croac, croac, croac. Ahora sí. Soy una rana adulta.
Todo empezó en el agua. Fui un huevo y después un renacuajo.
Espeluznante, singular y rimbombante
Un libro rojo, rojísimo. Un infierno sorpresivo como los vestidos de las mujeres rimbombantes y petulantes que invaden las páginas. Rojísimo como un teatro en llamas. Un libro espeluznante, para lectores audaces. Estoy hablando de El incendio (Topito ediciones, 2019), escrito por María Teresa Andruetto, con maravillosas ilustraciones de Gabriela Burin. En una ciudad singular, hay un teatro espectacular con mujeres idénticas en su rojo vestuario emplumado, sus risas desquiciadas llenas de dientes que parecen teclas de un piano destartalado. Sonrisas que lo ignoran todo, todito. Ignoran el anuncio del payaso. Hay un incendio. Las gordas mujeres ávidas de espectáculo aplauden. El payaso insiste. Las mujeres redoblan el frenesí festivo. El incendio crece tanto como la ignorancia de estas mujeres.
Aplaudieron,
rimbombantes,
las mujeres
elegantes.
Aplaudieron,
ignorantes,
atrevidas,
soberanas
Esa sarta
de macanas,
pero el payaso insistió.
Con un ritmo vertiginoso, María teresa Andruetto narra en rima, juega con las palabras y con el lector. Baraja adjetivos para nombrar a la ciudad, al teatro y a las mujeres: elegante, rimbombante, traficante, petulante… Nos marea y nos deleita, atontándonos como todas esas mujeres ataviadas de rojo incendio que no pueden escuchar el anuncio del siniestro. Y pone a jugar los sonidos. Provoca las risas que nacen de lo grotesco y lo absurdo, retratado con contundencia por las ilustraciones Gabriela Burín. No subestima a los niños en ningún momento. Este libro es una joyita, tiene la potencia de dejar al lector mirando un incendio entre sus manos.
Volvamos a la pregunta del inicio. ¿Qué tendrán en común un libro poblado de animales, sonidos y aventura, otro que es una caja que guarda historias sobre el infinito devenir de la vida y uno donde hay una ciudad singular, un teatro espectacular, mujeres espeluznantes, un payaso exultante y un incendio rimbombante? Dependerá de quien responda. Alguien pensará que nada de nada. Mi respuesta es: estos tres libros son preciosísimos regalos, en estas fechas vertiginosas, para invitar a la pausa, el paseo y la reflexión. Ustedes sabrán cuál de ellos es el ideal para su destinatario. Porque, como ya escribí en otra nota un regalo es mucho más que un paquete con moña, no debería ser un objeto elegido al azar para salir del apuro. Un regalo debería estar envuelto de amor, requiere conocer al destinatario y pensar, y pensar, y pensar qué desearía. Y buscar, y buscar, y buscar dónde encontrarlo.
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