narrativa
Jane Austen. Casamientos y mucho más
Por Lindsey Cordery / Miércoles 18 de octubre de 2017
El 18 de julio de 1817, a los 42 años, moría Jane Austen en la ciudad de Winchester, al sur de Inglaterra, dejando como legado seis de las novelas más importantes escritas en lengua inglesa: Northanger Abbey, Sense and Sensibility, Pride and Prejudice, Mansfield Park, Emma y Persuasion.
La gran mayoría de sus otros escritos, como las cartas y los diarios, fue quemada luego de su muerte. Esto hace que resulte difícil intentar conciliar la descripción que hace su hermano —que en una primera nota biográfica retrata a su hermana Jane como una dama algo retraída, que componía sus novelas sentada frente a una pequeña mesita, alejada del gran mundo— con el humor irónico que la autora utiliza para poner en escena la vida de sus personajes en la sociedad inglesa de su época; en especial, en el ámbito doméstico de sus protagonistas mujeres, cuyo único interés, parecería ser, era casarse.
Sus historias fueron leídas y admiradas por lectores hombres cuando ella vivía, e, incluso, el príncipe heredero, regente de Inglaterra, le pidió que le dedicara su siguiente novela. Más adelante, las sufragistas la embanderaron como ícono rebelde, mientras que las películas y series basadas en sus obras, así como las adaptaciones y resignificaciones que abundan en nuestros días, muestran a una Jane Austen escritora de historias de amor; y enfatizan el rol de los protagonistas masculinos, como el de Mr. Darcy (ahora Colin Firth), de Pride and Prejudice.
Jane Austen vivió en una época de grandes cambios, sociales, políticos y culturales. El romanticismo y las revoluciones emblemáticas, que cambiarían las sociedades europeas y americanas, no parecían tener cabida en su mundo. En las letras inglesas, lo revolucionario se observa en la novela gótica de Radcliffe y en la histórica de Sir Walter Scott, así como en la poesía radical de Wordsworth y Coleridge, que propone otra estética y un compromiso profundo de los poetas con los cambios que urgen en lo social y lo literario.
Aunque la lectura de su obra parezca sugerir lo contrario, Austen no es ajena al mundo que la rodea; su mirada es diferente, radical, pero mira desde otro lugar. Velado por el humor y su ironía fina, se vislumbra el tema central de sus novelas: el lugar, y el rol, de las mujeres de clase media, y su dependencia económica, total y absoluta, de los hombres.
Virginia Woolf comentaba que, si hubiera vivido más años, Jane Austen podría haberse convertido en la antecesora de Henry James y de Proust. En 1948, el crítico literario F. R. Leavis la colocó junto a George Eliot, Dickens, Henry James, Conrad y Lawrence como integrante de lo que él llamó la «gran tradición» de novelistas ingleses moralmente comprometidos con su tema.
A Jane Austen —siempre popular y tan representativa de lo inglés—seguramente no se le escaparía la ironía de que su imagen aparezca hoy en día en los billetes de diez libras, y las nuevas monedas de dos, en conmemoración de los doscientos años de su muerte, y de la sobrevida de su obra.
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