el folletín filosófico
Imantada IX
Por Aldo Mazzucchelli Mazzucchelli / Lunes 08 de enero de 2018
Isidro Más de Ayala escribió un libro precioso. Se llama Y por el sur, el Río de la Plata. Lo leí cuando tenía doce años, más o menos. Quizá catorce. No pienso leerlo de nuevo, porque su recuerdo o su aroma están conmigo y no creo que valga la pena mejorarlos. Me interesa el ejercicio que significaba, desde el título, ese libro: que el Río de la Plata estuviese «al sur», cuando es evidente que para la mayoría el Río de la Plata está al este, o al norte. Esa desubicación o inubicabilidad final del Río de la Plata es algo a hacer presente. De la reflexión sobre ella viene una parte fundamental de esta escritura de la escritura, pues nunca se escribe sino en un lugar. La escritura se zafa del territorio, el escritor se mueve. Pero estoy convencido de que se mueve para volver a su sitio, para no ser atrapado por lugares que no son. Es desde lejos que se ve el sitio propio, pero este no cambia ni se mueve, una tierra es un arraigo de referencias, y ese arraigo de referencias es lo que permite escribir. Se puede escribir en otra lengua que la de la infancia, pero a un esfuerzo que no sé si tiene sentido.