reseña
En el ágora virtual
Por Santiago Cardozo / Jueves 01 de marzo de 2018
El libro, publicado en 2017 por la editorial Caja Negra, se inicia con una afirmación en la que parecen concurrir extrañamente Heidegger y cierta tradición del pensamiento francés, como Émile Benveniste y Jacques Lacan: «Y el lenguaje es el ámbito donde el hombre produce el ser» (p. 22). De aquí en adelante, el planteo de Berardi se entiende con toda claridad. No obstante, es un libro raro, que se alimenta de todas partes (es una especie de libro omnívoro) y que dialoga explícitamente con la filosofía hegeliana (no en vano posee en su título la palabra fenomenología); pero también con las ciencias cognitivas, hogaño en auge; con cierta tradición del pensamiento italiano (se reconocen, al comienzo, los interesantísimos planteos sobre el lenguaje de Paolo Virno) y, obviamente, con Heidegger y con un Aristóteles «recargado», digamos, leído a partir de un «léxico cibernético» por lo menos llamativo.
El problema fundamental es, en cierto modo, la «mutación conectiva», producto de la era digital en que vivimos, una mutación que afecta especialmente al plano de las distinciones establecidas por Berardi entre sensibilidad y sensitividad y conectividad y conexión. El primer par dicotómico parece proceder de un lenguaje largo tiempo hablado (el de la estética, la biología, la literatura), pero que se reinterpreta a la luz de las ciencias cognitivas y la inteligencia artificial, así como de las nuevas experiencias del contacto visual y de la manera de vincularse con los otros en el «ágora encerrada» de los dispositivos tecnológicos. El segundo par, en cambio, remite directamente al lenguaje de la informática, de la transmisión de datos y del gesto mismo de conectarse a otro y no necesariamente al otro (al lenguaje mismo, a la tradición, a la historia, a la cultura).
Ambas dicotomías, a su tiempo, hablan de una catástrofe, de una mutación que va de la conjunción a la conectividad. Sobre la primera, entiende Berardi que es una manera de relacionarnos no prevista en el dispositivo maquinal ser humano y que, por tanto, permite lo que denomina recomposición: «el punto de convergencia y la unión de cuerpos singulares en un camino que comparten provisoriamente durante un período de tiempo. Ese camino en común no se halla inscripto en un código genético, es una pertenencia cultural; es, mejor dicho, el descubrimiento de una posibilidad compartida como punto de encuentro en la deriva singular del deseo» (p. 28).
La conjunción, asociada al deseo, es, entonces, lo humano en tanto que humano, la construcción del espacio social habilitada por esa cosa que se llama lenguaje y que nos desvía del destino de cuerpos y máquinas (para usar una fórmula de Jacques Rancière). La conjunción es, en suma, una categoría política, que se opone a una categoría tecnológica (y también económica y, por tanto, capitalista), la conexión: «Más que una fusión de segmentos, la conexión supone un simple efecto de funcionalidad maquinal». Y aclara Berardi, con un lenguaje a la Deleuze y Guattari: «Mientras que la conjunción es el encuentro y la fusión de cuerpos esféricos e irregulares que están continuamente serpenteando su camino sin precisión, repetición o perfección, la conexión es la interacción puntual y repetitiva de funciones algorítmicas, de líneas rectas y puntos que se superponen perfectamente y se enchufan y desenchufan según modos discretos de interacción que vuelven las diferentes partes compatibles a un estándar preestablecido» (p. 30).
El libro de Franco Berardi se distingue por varias cosas, pero, entre ellas, por la manera de hablar y, por ende, de titular cada capítulo, en sí misma ilustrativa del camino trazado para desarrollar la tesis de la mutación conectiva y de sus consecuencias en el campo de la sensibilidad y la sensitividad. A modo de ejemplo: Introducción: «Concatenación, conjunción y conexión»; capítulo 1: «La infoesfera sensitiva»; capítulo 2: «La piel global: un mosaico transidentitario»; capítulo 4: «Lenguaje, límite, exceso»; capítulo 6: «El efecto enjambre»; capítulo 8: «Lo transhumano». El problema es uno: la mutación de algo que se plantea como propiamente humano y que, de esta forma, empuja las cosas a un ámbito de máquinas, de cuerpos que se mueven, se desplazan, interactúan, consumen, etc., respondiendo a la lógica instalada por el «aire cibernético» del capitalismo actual. Pero entonces, ¿qué queda de esta mutación?, ¿qué es ese nuevo ser que está emergiendo? Estas son dos preguntas nada menores que intenta responder Berardi.
Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva
Franco Bifo Berardi
Caja Negra Editora (2017)
Páginas: 360
UYU 690
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