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reseña

El segundo principio: «Las aventuras de la China Iron», de Gabriela Cabezón Cámara

Por Débora Mundani / Miércoles 28 de febrero de 2018
Foto: Daniel Mordzinsky
Fronteras políticas, sociales y sexuales. Fronteras literarias y una intertextualidad a flor de piel que deambula a lo largo de esta historia que es de tres en una: La China, Josephine Star Iron y Tararira. Débora Mundani reseña «Las aventuras de la China Iron», de Gabrieal Cabezón Cámara.

Utopía queer. Novela de viaje. De iniciación. Reescritura del texto fundacional de la literatura argentina. De esto y mucho más se trata Las aventuras de la China Iron. Allá donde termina el Martín Fierro nace la nueva novela de Gabriela Cabezón Cámara, cuando Fierro es reclutado por el ejército con el propósito de defender la frontera frente a la amenaza que representa el indio para la consolidación del proyecto nacional y deja sola a su mujer, de catorce años, con sus dos hijos. Esa china, innombrada en la obra de José Hernández, es la protagonista de esta novela. Una muchacha que advierte, apenas su hombre se va, que está frente a una oportunidad. Irse. Ser otra. «El segundo principio de mi vida», dirá más adelante.    

Así es como la China, en letra mayúscula, también llamada Josephine Star Iron, al comenzar el viaje, y Tararira, «ahora», cuando nos cuenta su historia, sube a la carreta de la colorada Elizabeth, Liz, la inglesa que atravesará el desierto con el propósito de encontrar a su marido, el gringo de «Inca la perra» reclutado junto a Fierro, para hacerse cargo de la estancia que debía administrar y que está convencida «estaría para el lado de la indiada». Es en esa carreta donde la China se sentirá poderosa, se desplegarán sus posibilidades, nuevos saberes y deseos, querrá tragarse el mundo al punto de sentirse ballena, como aquella que se tragó a Jonás. La China «moviéndose en el pescante entre cielo y tierra: nadaba».

La imagen del nado no es casual en esta obra que, partiendo de la pampa argentina, atravesará el desierto, Fortín mediante, hasta desembocar en el río Paraná. No es casual, entonces, el desplazamiento anfibio de los personajes que atraviesan fronteras. Políticas, sociales, sexuales. El Fortín como línea divisoria a la que llegan Liz, la China Iron y el gaucho Rosario, quien se les sumó en la travesía, devenido Rosa. El Fortín, esa «punta de lanza de la nación» donde el progreso penetra el desierto en un acto violatorio, funciona como límite frente a ese otro amenazante: el indio, el gaucho rebelde, las pasiones. Espacio del que solo se sale libre como desertor o traidor. La libertad tiene el precio de la desobediencia. Y los cuerpos lo saben.

Al poner en crisis la idea de frontera, la figura del migrante se impone en el relato. Pero no hay proceso migratorio que se cuente de a uno. Así, Cabezón Cámara, con una selección de recursos  poéticos que subvierten la sintaxis a fin de invertir el principio de verdad, nos conduce del viaje individual al colectivo. El homo viator, como decía Haroldo Conti, al pensar la identidad fijada en el movimiento. Una identidad que irá tomando cuerpo a partir del encuentro con el otro. Encuentro físico, carnal, placentero. Encuentro de culturas, solidario, donde la organicidad entre mujer, hombre, niñas y niños, lenguaje y naturaleza será un pilar que conformará un «Nosotros engordado» donde ancla la utopía que propone la autora y se despliega hacia el final del relato con la potencia de los más nítidos sueños: una comunidad que migra silenciosamente «remando con amor porque solo con amor metemos nuestros remos en el Paraná para empujarnos». Una comunidad que migra entre la niebla «para no estar nunca en el lugar en el que esperan que estemos».


Las aventuras de la China Iron
Cabezón Cámara, Gabriela

Literatura Random House (2017)
Páginas: 192
UYU 480

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