Escritos con Z
Dos poemas de Camila Otero
Por Escaramuza / Miércoles 05 de febrero de 2020
Camila Otero tiene 22 años, escribe poesía y asiste con frecuencia a los encuentros para jóvenes de La burbuja. Compartimos algunos de sus poemas en Escritos con Z, una columna dedicada a la producción escrita de jóvenes nacidos entre 1994 y 2010: la Generación Z o centenial.
We are all poets, really
Walter Lowenfels
Esta frase me convirtió en poeta, y lo vuelve a hacer cada vez que la leo. Creo en la poesía. Creo en la poesía como estilo de vida, y me creo en la poesía, entre versos me invento y me desinvento. Camila Otero.
Así estoy
Así estoy,
agarrándome a tus instantes con todos mis instintos
besándote las manos
mordiéndote los nudillos
usando el lenguaje de los dientes y los labios
hablando de tus venas como si fueran autopistas
como si fueran los carriles de la ruta
que siempre tomo para volver a mi vida.
Mi vida,
quédate todo lo que quieras,
que ya aprendí a compartir.
Que me parto si no comparto contigo
todo lo que me destroza,
todo lo que me rompe,
todo lo que me muerde y me parte los nudillos.
Anudame a tu nuda vida,
pintame con los colores ocres de tu piel mi piel.
Invitame a tu caparazón, caracol de tierra
que quiero aprender a pasear a tu paso.
Así estoy, vida pidiéndote por favor,
que encontremos esa pose de instante
que tiene las esculturas antiguas,
casi así como besándose
casi así con los dedos clavados en la carne de mármol
casi así petrificados, pero de vida.
Miedo
Miedo
A punta de pistola
A bala en pecho
Del miedo
¿A qué tengo miedo ? ¿A qué tenemos miedo?
Cuestionar el miedo,
llenarlo de interrogantes
desconfiar de él como se desconfía de los políticos.
Puede ser que lo que me estés diciendo sea verdad, pero no me lo creo.
Que el miedo tenga miedo de nosotras,
de nuestras loberías,
de nuestras garras pintadas con esmalte
Que se esconda,
que ponga rejas y cámaras de seguridad,
porque las lobas empezaron a reír
y en su risa devienen hambre de hiena.
Cuidate, miedo, de nosotras,
Las no temerosas,
Poderosas de vida
(sobre)vivientes de mundo
Hemos aprendido y apedreado
tus cristales, tus ventanas,
hemos asegurado nuestra victoria,
por todas las Victoria que no la alcanzaron.
Que el miedo lo tenga el miedo
Y de nosotras,
las heridas del mundo,
los dientes de vida.
Porque en la risa, querida,
mueren los miedos en una carcajada
con los ojos cerrados.
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