Amanda Mara: Odisea de Bolsillo

Esta es la historia de Ivana contada a través de fragmentos de textos y melodías (en su bandcamp están todos los capítulos). Para Amanda, todo comenzó con un experimento fotográfico en una casa de Tatuí, en São Paulo. Observó los pétalos de las flores, multiplicó las posibilidades de su voz, siempre cerca de la playa, enamorada de la bossanova y de la música que después encontró para sí misma. 

Amanda Mara escribió para el amanecer «Auto-retazo», después «Escaleras», con la forma irregular y armoniosa de una bajante de naturaleza tropical. El universo sonoro del disco es agradable y mareador, un efecto similar al que pueden provocar unas gotas de opioide recetadas para el dolor de espalda. Los paisajes sugeridos son de verde y azul brillantes, no uniformes, las posibilidades sonoras se abren a cada nota, o golpe de tambor, y también hay sencillas canciones de amor en la sintonía de Antônio Carlos Jobim como «Mientras», o despojadas y de noche repentina como la notable «Inundación».

Se recomienda colocarse los auriculares sin pensarlo demasiado, esta Odisea de bolsillo se puede consumir todas las veces que quieras, y no tiene efectos secundarios.

Frase favorita: «Amelia, ya tu luna vendrá».

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Toia: Gag Scherzo

«Duncan», la segunda canción del debut discográfico de Toia, es una montaña rusa para que viajen las fantasías animadas de la fábrica de los hermanos Warner. Una cuerda gruesa sostiene trompetas, clarinetes, flautas, oboes, tambores, una batería y un bajo a lo largo de Gag Scherzo: una broma separada en nueve tracks instrumentales que habilita primero la sorpresa y luego el caos. El jazz de Toia recorre los años veinte, vuela entre espectadores de películas de spaghetti western y conciertos de Jethro Tull; se parece a la música de John Zorn pero solo por casualidad. Cambia el canal de una pantalla a válvula con la detectivesca «Tony» y en «No llego» juega con las brasas del candombe, con toda la euforia a su alrededor, y los deseos de un terrateniente poderoso, fanático de un guitarrista blanco.

Frase favorita: «No va a venir nadie, absolutamente nadie».

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Paula Bon: Poblada

«Si no hay cobijo seguiré caminando», canta Paula Bon en los primeros versos de Poblada: un puñado de canciones de espíritu blusero y sonido inspirado en parajes inhóspitos del campo uruguayo, la pampa argentina y el Río Misisipi, y otro, el último, perdido en el tiempo. 

La novel cantante y compositora uruguaya abre y cierra este EP con dos composiciones de su autoría e incluye, además, dos versiones de artistas uruguayos. En «Ser olvido» la tristeza se evapora en siluetas de otras mujeres en marcha. En «Extraña ausencia», inspirada en la poesía de Idea Vilariño, el registro cambia hacia las veredas y las calles asfaltadas del pueblo.

«Ecos para un lamento», de Tabaré Etcheverry, tiene un mapa de estrellas y tintineos de bichos girando entre los ojos y las orejas. «Mi sentir», de Amalia de la Vega, está arreglada al estilo de un blues/jazz seductor; en vez de tierra mojada y miriñaque, acá hay puchos golpeando las patas de las mesas. 

Cuatro canciones de un alma, todavía derrotada, que tira hilos en el camino sin miedo al enredo. Una voz visceral y arrabalera, en la senda de Dino y Darnauchans. 

Frase favorita: «Cuando se me acabe el agua, volveré a ser río».

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Elena Ciavaglia: Mapa Circular

La poesía de Elena brota en extraños acordes de guitarra y evoca amaneceres salvadores. La esperanza nace de las flores, de las trampas de una perspectiva o la ilusión de un detalle diferente al otro día. «Pausa» es la versión más clásica de este deseo hecho canción; en «Santa Rosa» toma la forma de fuego encendido en la acción y los tambores de una tarde de domingo por el barrio Cordón. 

La melodía de «Péndulo» podría ser la banda de sonido de Santa María, pero la de un universo paralelo en el que las cosas tomaron un rumbo justo un poco, solo un poco, más luminoso. Elena usa una fórmula de simplicidad con ingenio de serpentina, a la que le va ideal su gusto por el jazz de raíz improvisada y el candombe-beat. Su guitarra sobrevuela estos géneros, los abandona rumbo al cielo, siempre con la promesa de volver hacia la tierra firme de su afán cancionero.

Este Mapa Circular también tiene una versión de «El viento en la cara» (de Fernando Cabrera) y «Proclama» recuerda al Luis Alberto Spinetta de Los Ojos y Un mañana. 

Frase favorita: «Si pudiera me quedo allá». 

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Rodra: 103

Lucía Rodríguez —Rodra— nos dice que quiere sacarse un rato de encima las mismas cosas que la vuelven genial e impredecible cada vez que se pone a componer. Su cara intencionalmente expuesta en 103 se escucha con música de tonalidades que se autoindican calma mientras sus demonios hacen círculos en su habitación a oscuras. «Pecarás», con su riff de Cliff Burton y su hielo de Billie Eilish, debería sonar en la radio entre Camilo Sexto y Pimpinella.

«Tus ojos» es algo menos dramática, una canción de amigas con buenos arreglos y lindo estribillo. «Quién SOS» describe uno de esos momentos de reflexión en que las cosas toman alguna forma más o menos definida, aunque solo se trate de un arrebato paranoico. En «Estar tranquila», Rodra se queda sola en su poesía y en la forma de su música mínima y en «Epifanía» la piel de la artista barroca y estrafalaria la vuelve a atrapar, como justo reconocimiento de su destino.   

Frase favorita: «Rara especie del sentir, vive en un constante huir».