Los libreros recomiendan
Un merecido comentario
Por Gerardo Beyhaut / Lunes 15 de abril de 2019
Portada de «El coleccionista», de John Fowles (Sexto Piso, 2012).
Existen novelas recomendables, novelas exitosas, algunas que pasan desapercibidas y otras, que pudiendo situarse en cualquiera de las categorías anteriores, resultan imprescidibles. Gerardo Beyhaut, gran lector y librero de Moebius, nos recomienda tres lecturas para este otoño.
Hace tiempo que no escribo para esta columna para compartir lecturas con quienes quieran leerme. No haber escrito no significa que no haya leído: sí lo he hecho y bastante variado como es mi costumbre. Así que pasaré una breve reseña por algunos títulos que merecen un comentario.
El Reparador, de Bernard Malamud, escritor neoyorquino e hijo de inmigrantes judíos de Rusia.
Novela que mereció el Pulitzer en el 68, ambientada en Kiev durante el gobierno del zar Nicolás II - por lo cual podemos situarla entre 1900 y 1920 aproximadamente-, narra la vida de Yakov Bok, un judío pobre del medio rural, nada identificado con la comunidad judía -él se considera un librepensador- que decide emigrar a Kiev a ejercer su oficio de reparador. «Reparador» en este caso sería un «multioficios», un hombre con habilidades y herramientas capaces de reparar objetos varios.
Tras salvar la vida de un antisemita furibundo y ocultando su identidad judía, consigue un buen trabajo con ese personaje, hasta que el asesinato de un niño cerca del lugar de su empleo desata una serie de acusaciones falsas que caen como lozas una sobre otra sobre el pobre Yakov, que es conducido a la cárcel en espera de un juicio sin fecha de realización.
La crueldad del encarcelamiento, el antisemitismo desatado y la resistencia de un hombre que llega a rehusar ser perdonado pues es inocente y lo quiere demostrar, constituyen el núcleo duro de esta novela interesantísima y tan cruel como verosímil.
Muy recomendable.
Hago una breve pasada por Jo Nesbø, autor noruego de policiales que va ganando adeptos con su detective adicto Harry Hole. La serie comienza con El murciélago y actualmente consta de doce títulos entre los que destacan Némesis, Policía o La sed. En la novela El Heredero no aparece, pero es un excelente policial de todos modos -aunque prefiero las de Harry Hole-.
Quienes gusten de leer policiales nórdicos no se pierdan a este autor.
Por último y continuando con los policiales, una verdadera rareza en el mundo editorial y en el género lo constituye es la novela El coleccionista, de John Fowles, escrita en 1963 y considerada, según la contratapa, el primer thriller psicológico.
Ambientada en Inglaterra, la novela va más allá del placer de la lectura: a partir de la acción que se está desarrollando se dan otras lecturas paralelas que van desde la imposibilidad de relacionarse entre clases sociales diferentes -lo cual implica niveles culturales e intereses distintos obviamente- hasta las patologías que desarrolla la sociedad contemporánea y que solo esperan el momento propicio para manifestarse.
El personaje de Frederick es el de un tipo anodino, solitario, con dificultades de relacionamiento, cuya pasión es coleccionar mariposas, una actividad en la que se destaca. Frederick está obsesionado -enamorado no sería la palabra adecuada en este caso- con Miranda, una chica joven, de clase alta, con intereses artísticos y sociales, que se mueve en un ambiente bohemio de bares y artistas.
Cuando Frederick gana una fortuna apostando, deja su empleo y se dedica a su obsesión hasta llegar al secuestro con el solo afán de poseerla como objeto bello -nunca sexual-, simplemente como una mariposa más en su colección.
Su peregrina idea es que ella se terminará enamorando de él y compartirán una vida juntos, y la única manera de abordarla y conocerla a la vez de darse él a conocer es secuestrándola y conversando con ella, haciéndole regalos. En fin, un psicótico -quizás la patología exacta me la desmienta un psiquiatra pero estoy escribiendo sin tantas pretensiones- que logra manifestarse al dar un vuelco económico favorable su vida.
La novela está escrita en dos partes, Frederick en primera persona narra su visión de los hechos, y la transcripción de los diarios de Miranda durante su secuestro. Diarios en los que no elude opiniones sobre el arte, la religión, la sociedad y por supuesto, su secuestrador.
Es difícil seguir contando sin adelantar hechos al lector que sería bueno que descubriera por sí mismo. Con una redacción de contratapa frontalmente equivocada recomiendo no leerla antes de haber terminado la novela.
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