picado fino
Partícula V
Por Aldo Mazzucchelli Mazzucchelli / Lunes 09 de abril de 2018
El lenguaje se desgrana y pierde fronteras y horizontes en esta nueva entrega de las partículas que se pican fino por Aldo Mazzucchelli.
Ahora bien, Maeso Tognochi puesto del derecho insinuaría: el tramonto detrás de los montes, de las montañas —cualquier pináculo incluso el mínimo y único nuestro a un Oeste tocable a mano, sirve para esconder incluso a Jélios— subir una quinta en la e para que sea mejor. Ese sujeto atardeciente, sustantivo compuesto por una nada, un mero haz de qualia visuales, se da o se entrega a dormir. Puede, en la palabra, dormir, también, concitarse una sensación hecha cosa, y occidental encima. No de cualquier manera. La aposición se empina en lenguaje para hacer del tramonto fakir y para comprender que es, además, un apile con tumba, un túmulo. Tanto el apile como el fakir están especificados. El fakir es cataléptico, y la tumba de oro vago. Es decir que tenemos, hasta ahora, un cielo de atardecer que se percibe tras algún cerro que se parece a una tumba de indeterminable oro —lo más uno y lo menos uno a la vez—, vista a lo lejos acaso, y que se entregó, se dio a dormir cual persona hindú leída, en el estático estado intermedio de la catalepsia, que acerca la muerte a la vida y las funde en la indistinción.