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Libros para regalar

Música, maestro

Por Federico Medina / Lunes 21 de diciembre de 2020

La música se escucha, se siente, se vibra y se baila, se corre y camina, se toca y también se lee. Federico Medina recomienda cinco libros sobre «música, músicos y otras memorias», apelando a uno de los títulos del compositor Erik Satie. Lecturas y melodías de acá y de allá, para oídos exigentes.

Sobre música, músicos y otras memorias, de Erik Satie

«No conozco mayor escuela de libertad con respecto a todas las convenciones, ni otra sonrisa más traviesa, y a la postre, tan punzante, por encima del abismo interior, de negrísima especie, del que se escapa la bandada de sus dibujos e inscripciones caligrafiadas en absoluta soledad…». Así recordó André Breton (en 1955) la «malicia» y el carácter excepcional de su amigo, el excéntrico pianista francés, Erik Satie.

Este breve libro, que recoge cartas, ensayos, y columnas publicadas en revistas y diarios de principios del siglo veinte, no hace más que alimentar el personaje silencioso, atrevido, elegante y lejano; el de sus célebres Gnossiennes y sus misteriosos laberintos musicales. En «La jornada del músico» el pianista deja constancia de su minuciosa lista de actividades diarias y los consejos de su médico. En «Entorno perfecto», una visita guiada por su hogar, su relación con las obras de arte (falsas) en sus paredes. Luego de su presentación de etiqueta, Satie, toma un copa de champagne, y como en la madrugada de una navidad, pone a bailar su ironía, para abrazar a sus colegas, a las ideas sobre el arte, la educación de los animales, sin un solo resbalón, sin que pueda, la propia víctima, evitar caer rendida ante su genialidad impiadosa. ¿Su obra maestra? «Elogio a los críticos».

 

El hueco de la mano, de PJ Harvey y Seamus Murphy.

Este es el primer libro de poesía de la cantante y compositora inglesa PJ Harvey. El fotógrafo Seamus Murphy ya contaba con una buena cantidad de registros de conflictos bélicos y geografías reconstruidas cuando Polly Jean le contó de su proyecto: juntos recorrieron Kosovo, Afganistán y Washington DC.

Los fans de Harvey reconocerán de inmediato a su amiga y los amantes de la poesía podrán descubrir un alma aventurera, sensible y de extraordinario talento, para ubicarnos en tiempo y espacio con poesías breves en las que el clima y los niños dialogan, como principales protagonistas, en la nada y la incertidumbre diarias. Naturalmente, Washington hace su aporte, y las fotos acompañan con armonía la poesía de PJ. Sobre uno de sus instantes en Kosovo escribió:

Girando, una rueda

hecha de sillas metálicas

colgadas de cadenas chilla en el calor

Cuatro niños vuelan sobre tierra roja

Un cassette con una canción triste

suena fuerte y dura una camioneta

Las sillas se desdibujan y forman un círculo

que termina donde empieza.

 

En carne viva. Mi viaje con el Wu-Tang Clan, de Lamont «U-God» Hawkins

«Antorcha olímpica en llamas, ardemos tan dulcemente. La emoción de la victoria, la agonía de la derrota». Nunca me voy olvidar esa entrada, de la voz grave y las palabras cortadas con navaja de U-God. Así lo conocía y no precisaba más, con pseudónimo de súper héroe del rap shaolin, como el resto de sus compañeros en el Wu-Tang Clan, el más famoso colectivo musical de Staten Island, que terminó por explotar a nivel mundial con su disco Wu-Tang Clan Forever y su hit «Triumph».

En el mundo del hip hop las bravuconadas y las heridas de bala curadas pueden ser tan exageradas como los cuentos de pescadores. Por raro que parezca ninguno de los miembros del Wu-Tang sacó provecho de sus marcas reales. Tal vez, por demasiado dolorosas y cercanas, las camuflaron en poesía, metafísica y matemáticas, y su cuento se convirtió casi en una religión para cientos de miles, de todas las clases sociales.

Lamont se recuerda con cuatro años sobre los hombros de su madre, viendo cómo otra mujer amenazaba con tirarse de un séptimo piso, hasta el momento en que cayó al vacío; recuerda la temprana ausencia de su padre y su perdón; el día que balearon a su hijo; sus años vendiendo drogas; su hospitalización psiquiátrica; sus esperanzas de zafar de todo con la música y la inteligencia de su amigo Rza.

Dos tercios del libro son cuentos de pandilla, de ascenso y caída, de abismo en primera persona. Luego, en uno de sus más logrados resúmenes de existencia arroja: «La comunidad negra suele automedicarse cuando pasa por un mal momento. No lo hablamos, no expresamos el dolor que sentimos, nuestros miedos o nuestros remordimientos. Solo nos ponemos a fumar marihuana o a beber y nos los guardamos todo para nosotros. No hay salida para todas esas emociones acumuladas».

 

Más o menos bien. El indie argentino en el rock post Cromañón (2004-2017), de Nicolás Igarzábal

El sonido es más o menos reconocible sin necesidad de demasiada tecnología. Como la mayoría, todos querían sonar a sus padres, Sonic Youth, Yo La Tengo, My Bloody Valentine, o quizás, por lo italiano del argentino, algo más sensiblero y épico, como Daniel Johnston o Ariel Pink, sin poder evitar una pizca de rítmica futbolera que termina por definir su identidad en el género y el continente. El periodista Nicolás Irgarzabal sabe retratar los días de gloria del indie argentino de forma amena y entretenida, sin perder rigurosidad y precisión en su relato.

Aparecen los testimonios de los que llegaron y los que no tanto: Santiago de El Mató a un Policía Motorizado, Go-Neko, Los Reyes del Falsete y Viva Elástico. También hablan, o aparecen documentados, los primeros que se animaron a las rarezas: Wallas de Massacre, los grupos de Rosario Bléfari, Daniel Melero y Los Brujos. Y podría ser un rejunte de entrecomillados ordenados temporalmente, pero por el contrario, Igarzábal arma su historia desde lo cotidiano y casual, lo menos glamuroso de las influencias improbables, los inicios increíbles con «La Lambada», las búsquedas de cables y enchufes, lugares para tocar, pizzas baratas para aguantar y la desfachatez de jóvenes tratando de emular o revivir las sensaciones más intensas de sus vidas en canciones que cambiaron las de toda una generación.

 

Manual de supervivencia para músicos emprendedores, de Gabriel Turielle

Un uruguayo «buscavidas» pone en práctica sus propios consejos y edita un libro, en base a su experiencia como gestor cultural y director de un sello discográfico. Por él supimos de Contrapedal y que andaba dando vueltas por Montevideo un músico «estrafalario», una mezcla de Marc Bolan y Madonna, que firmaba sus obras como Dani Umpi.

Tal como lo indica el título del libro, Turielle abre su caja de herramientas y con ellas desarma el universo del músico para verlo desde adentro, con claridad y sin misterios, aunque honestamente convencido de que son muchos los caminos que se pueden tomar, cuando el plan a, el b, y el c, no funcionan.

¿Cómo vincularse con un productor musical? ¿Cómo encontrar tu diferencial? ¿Firmar o no firmar con una disquera? ¿Qué son los derechos de autor? Monetización, recomendaciones para tratar con los técnicos, claves para aumentar las bases de fans, consejos para tocar en vivo...Todo esto y mucho más en descripciones tan sencillas y cercanas como las casas de los músicos más famosos del Uruguay.

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