Difusión
Leé un fragmento de «El segundo sexo en el Río de la Plata», de Mabel Bellucci y Mariana Smaldone (comps.)
Por Escaramuza / Martes 30 de noviembre de 2021
Fragmento de portada de «El segundo sexo en el Río de la Plata», de Mabel Bellucci y Mariana Smaldone (comps.)
Compartimos algunas páginas del artículo «Simone de Beauvoir en el Río de la Plata. Primeras lectoras y sus resignificaciones (1940-1980)», de Mariana Smaldone y Elisa Pérez Buchelli, compilado en el libro El segundo sexo en el Río de la Plata, un cruce entre investigadoras, escritoras, académicas y militantes feministas de Buenos Aires y Montevideo que estudian y reflexionan sobre el impacto que tuvo la obra beauvoriana en la región.
Simone de Beauvoir en el Río
de la Plata. Primeras lectoras y sus resignificaciones (1940-1980)
Mariana Smaldone[1] y Elisa Pérez Buchelli[2]
Diversas generaciones de lectorxs celebramos la publicación
de Le deuxième sexe de Simone de Beauvoir que lleva setenta décadas de
circulación, traducciones, (re)ediciones y resignificaciones en diferentes
contextos culturales y geopolíticos. Precisamente, a partir de 1954, con el
título El segundo sexo, este libro comenzó a circular en castellano por
la región del Río de la Plata, con sus ciudades referentes: Buenos Aires y
Montevideo. Y hacia 1970 tuvo un impacto mayor en grandes movimientos decisivos
para la lucha feminista: el Women’s Liberation Movement, en Estados Unidos, y
el Mouvement de Libération des Femmes (MLF), en Francia.
En este contexto, el rol de las lectoras de la obra beauvoiriana
(muchas de ellas escritoras, artistas y también traductoras y editoras) es
fundamental en los devenires literario-filosóficos, culturales y políticos de
su recepción al Sur de América, en específico a partir de las traducciones que
se fueron realizando en Argentina y la región del Río de la Plata entre los
años 1940 y 1980 –período que coincide con la proliferación de las
publicaciones en vida de la filósofa francesa–.
Algunas de estas lectoras-escritoras
y lectoras-artistas, argentinas y uruguayas, son: María Rosa Oliver, Victoria
Ocampo, Idea Vilariño, Emma Barrandéguy, Aurora Bernárdez, Silvina Bullrich,
Ida Vitale, Clara Silva, Leonilda González, Teresa Trujillo, Alejandra Pizarnik
y las autoras del Diario Colectivo: María Inés Aldaburu, Inés Cano, Hilda Rais y Nené Reynoso.
Sus ideas y producciones estaban permeadas –sin exceptuar las tensiones y
confrontaciones– por el pensamiento de Beauvoir, e incluso algunas la
conocieron. Esta confluencia resultó particularmente productiva en escenarios
de ampliación de la participación de las mujeres en el espacio público. Pero
también, cabe destacar, dicha recepción y confluencia fue significativa en
momentos en que la disidencia sexo-generizada se hizo más visible en el campo
cultural.
La obra de Simone de Beauvoir: de Francia al Río de la Plata
Cuando en 1949 salió publicado El segundo sexo, entre
polémicas y censuras, se agotó desde la primera semana y, rápidamente, traspasó
las fronteras de Francia. Y pese a las políticas editoriales de censura,
acordes con prejuicios culturales e intereses ideológicos, no se detuvo la
amplia difusión de la obra de Beauvoir. De esta forma, este gran ensayo apareció
publicado en castellano en el año 1954, en Argentina. Dicha traducción no es
una excepción puesto que, entre las décadas del cuarenta y ochenta, gran parte
de los escritos beauvoirianos fueron traducidos y editados en este país–casi en
simultaneidad con las publicaciones francesas–.
La primera traducción al
castellano de un texto de Beauvoir que se registra en Argentina es en 1947. Se
trata del artículo “Literatura y metafísica” que tradujo la escritora María
Rosa Oliver y se publicó en la revista Sur a solo un año de salir a la luz en la revista francesa Les
Temps Modernes.
Notablemente, el feminismo y la organización de las mujeres
en pos de obtener una serie de derechos civiles y políticos fueron, desde un
comienzo, algunos de los componentes clave tanto para la conformación de las
redes de intercambios y afinidades, como para la selección de temas y textos
que Sur se ocupó de difundir. Sin ir más lejos, Victoria Ocampo
(directora principal) y María Rosa Oliver (con un rol primordial como
cofundadora y editora) eran militantes feministas –juntas fraguaron, en 1936,
la Unión Argentina de Mujeres (UAM)–.
Vale señalar, además, que muchxs de lxs colaboradorxs de Sur
residieron en Argentina en condición de exiliadxs de diferentes países
europeos, sobre todo españolxs al estallar la Guerra Civil en 1936 y con el
ascenso del franquismo en su país (fue el caso de Rosa Chacel). Asimismo, fue
muy frecuente el trabajo conjunto con intelectuales uruguayxs (como María Luisa
Bastos y también Juan Carlos Onetti), propiciado por la comunicación, los
viajes asiduos y los intercambios culturales regionales.
En el caso uruguayo, desde fines de los años cuarenta, se
difundieron traducciones de textos y reseñas de las traducciones de obras de Beauvoir
en revistas culturales y el semanario Marcha (Rodríguez Monegal, 1948).
De manera análoga a Buenos Aires, circularon traducciones de Beauvoir en
Montevideo, algunas de ellas fueron realizadas en esta ciudad por Idea Vilariño
e Ida Vitale.
Vilariño tradujo para Marcha fragmentos de los diarios
de viaje de Beauvoir por Estados Unidos, publicado en Francia en Les Temps Modernes entre diciembre de 1947 y
marzo de 1948 con el título L’Amérique au jour le jour (publicado por
Gallimard en 1948), difundidos bajo el título Norteamérica al día (Beauvoir,
1949). En Argentina esta pieza se tradujo posteriormente como Norteamérica
al desnudo. Ida Vitale realizó la traducción del ensayo autobiográfico Tout
compte fait que la editorial argentina Sudamericana publicó bajo el título Final
de cuentas, en 1972, el mismo año en que se publicó en Francia (Smaldone,
2020b).
Paralelamente, circularon reseñas de traducciones argentinas
de las obras de Beauvoir en medios uruguayos: la reseña de la traducción de Todos
los hombres son mortales por parte de Silvina Bullrich a cargo de Mario
Benedetti (1951) en la revista Número, y una crónica de La invitada también
con traducción de Bullrich publicada por Emir Rodríguez Monegal en Marcha (Rodríguez
Monegal, 1954). Otras referencias a las lecturas beauvoirianas tuvieron lugar
en la escritura satírica de “Mónica” (seudónimo de Elina Berro) en los años
sesenta en la revista humorística Peloduro (Berro, 1964).
Las primeras recepciones beauvoirianas, tanto en Montevideo
como en Buenos Aires, hicieron eco en una primera etapa de las retóricas existencialistas
y posteriormente fueron recuperándose sus fundamentos feministas. Es de destacar
que ambas ciudades mantenían intercambios fluidos tanto en la circulación de
sus revistas culturales, semanarios y libros como de sus agentes dentro del
campo intelectual. Además, tenían en común una gran apertura hacia la cultura
francófona, en la cual fueron centrales las recepciones existencialistas
impulsadas tanto en el plano filosófico como literario por Beauvoir y Sartre.
Estas lecturas han sido notables en la trayectoria creativa
de escritoras y artistas, como ha sido el caso en Uruguay de Clara Silva en las letras,
de Leonilda González en las artes visuales y de Teresa Trujillo en las artes
escénicas.
Tanto González como Trujillo
desarrollaron, en los años sesenta, trayectorias creativas a partir de
experiencias y construcciones de ser mujer que buscaron las perspectivas
emancipadas, integrando tanto las experiencias de viaje, los exilios y las
producciones artísticas que activaron horizontes simbólicos feministas.
En el caso de Clara Silva se
registran recepciones del pensamiento, estilo y modos de producción
beauvoiriano, reelaborados por la autora en su primera novela, La sobreviviente, cuya primera edición
fue publicada por Botella al Mar en 1951 en Buenos Aires (Silva, 1951). Esta
novela construye su relato a partir de un diálogo con la vertiente beauvoiriana
del existencialismo francés, en particular a través de las relaciones que busca
establecer entre la literatura y la vida. El primer manuscrito de La
sobreviviente incluye una dedicatoria inédita a Beauvoir y ambas autoras
intercambiaron correspondencia por carta (Romiti, 2015). Hay un diálogo también
sobre la idea de “compromiso” que despliega Sartre en su texto El
existencialismo es un humanismo (1945) y a la que Beauvoir no solo
compartirá, sino que la extenderá a la denuncia y la lucha por la libertad de
las mujeres.
En este contexto cultural, las editoriales tuvieron un rol
importante de difusión a partir de la década del cincuenta de los escritos de
Beauvoir para un amplio público de lectorxs de América Latina y España. Y en
este escenario que recorre varias décadas, se encuentran el interés y la tarea
de varias editoriales, como así también el trabajo de lxs traductorxs, ya sean
consideradxs intelectuales letradxs o escritorxs.
Precisamente, las editoriales argentinas Emecé, Schapire,
Ariadna, Siglo Veinte –que también ofició de distribuidora para Psique y Leviatán–,
Compañía General Fabril y Sudamericana llevaron adelante estrategias que favorecieron
la difusión en lengua castellana de la obra de Beauvoir. Aunque algunas de
estas editoriales –como Sur, también Losada e Ibero-Americana– ya habían
difundido, a principio de los años cuarenta, la obra existencialista en general
y de Sartre en particular.
Resulta fundamental la tarea
de edición de la mano del trabajo de traducción. Precisamente, a partir de la
década de los años cincuenta, Silvina Bullrich fue una de las traductoras más
requeridas por las editoriales y prolífica en su tarea, en especial, en la
traducción de la obra de Beauvoir. Entre sus traducciones de los libros ya
mencionados, hallamos: Todos los hombres son
mortales, La invitada, Los mandarines y Memorias
de una joven formal. En los años sesenta tradujo La plenitud de la vida e
hizo una revisión de El marqués de Sade (ya traducido por J. E. de la
Sota en 1956). Entre las décadas del sesenta, setenta y ochenta, diferentes
editoriales (en Argentina y España) reeditaron los libros ya traducidos por
Bullrich.
Otros de los traductores destacados son los argentinos Juan
José Sebreli y José “Pepe” Bianco. Precisamente, Sebreli fue quien se encargó
de traducir: Norteamérica al desnudo, ¿Para qué la acción? y El
existencialismo y la sabiduría de los pueblos. Por otra parte, Pepe Bianco
llevó adelante la tarea de traducción de dos escritos: Hermosas imágenes y
Cuando predomina lo espiritual.
Asimismo, otros nombres circularon entre los primeros
traductores de la obra de Beauvoir –y también de otrxs autorxs
existencialistas, sobre todo de Sartre y Camus–, figuran: Pablo Tischkovsky
Blant –conocido como Pablo Palant–, Hellén Ferro, Osiris Troiani, Floreal Mazia,
Ezequiel de Olaso, Francisco Jorge Solero, Néstor Sánchez, Aníbal Carlos Leal,
J. E. de la Sota y Jesús Sanjosé Carbajosa.
Y si bien retomamos luego el
rol específico de las escritoras-traductoras en la recepción beauvoiriana, no queremos
dejar de destacar que algunas de ellas son de renombre en el ámbito cultural
local y regional. Además de las escritoras argentinas antes aludidas, Oliver y
Bullrich, y las poetas uruguayas Vilariño y Vitale, se encuentran María Elena
Santillán, traductora de Una muerte muy dulce; Dolores Sierra, traductora junto a Néstor Sánchez de La
mujer rota; y Aurora Bernárdez, traductora de La vejez.
______________________________________________________________________
Smaldone, M. y Pérez, E. «Simone de Beauvoir en el Río de la
Plata. Primeras lectoras y sus resignificaciones (1940-1980)», en Bellucci, M.
y Smaldone, M. (comps.), El segundo sexo
en el Río de la Plata, Buenos Aires: Marea, 2021, pp. 195-200.
[1] Profesora
en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
(UBA). Doctoranda en el Área de Estudios de Género (FFyL-UBA).
[2] Licenciada
en Historia y Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad de la
República, Uruguay.
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