Luego de dos años, y unos tantos más sin que yo cruzara el río, se está realizando en Buenos Aires la Feria Internacional del Libro. Es uno de los eventos culturales más importantes de Latinoamérica, donde se reúnen editores, libreros, distribuidores, agentes literarios, gráficos, traductores, ilustradores, bibliotecarios y, claro está, nosotros, los lectores, desde todas partes del mundo. Esta es la primera vez que participo principalmente como lector, o sea, con libertad absoluta para flotar entre miles de libros por descubrir. En visitas anteriores a la feria, desde lo laboral, trabajé como librero y también como distribuidor. Tenía pendiente visitarla desde el lugar del lector, retomando la idea de Roger Chartier, y estaba listo para sumergirme en la lógica del pasaje, del descubrimiento, la del viajero con cierto mapa (no voy a negar que tenía hecha una lista de editoriales para visitar), la forma habilitada por la presencia y la materialidad. Especial fue ir acompañado por mi madre, librera de la vieja guardia (más de cuarenta años entre libros, clientes, amigos), de las que pueden encontrar cualquier libro en la librería sin sistema informático, de grandes recomendaciones y conversaciones. Somos tres generaciones de libreros: mi abuelo materno inició el camino, sigue hoy en primos, en mi hermana, en mí.

Volviendo estrictamente a la Feria, fuimos invitados por la Fundación El Libro, entidad civil sin fines de lucro constituida por varias cámaras y sociedades afines a la industria editorial. La invitación consistió en asistir a las Jornadas Profesionales los primeros tres días, antes de que la feria abriera para todo el público, y en donde se dictaron seminarios y capacitación a los profesionales. Se realiza en el predio de La Rural, ubicado en Palermo, en una superficie de cuarenta y cinco mil kilómetros cuadrados. Asisten más de mil quinientos expositores de cuarenta países. Teniendo en cuenta tamaña feria y tamaña ciudad, decidimos quedarnos dos días más para aprovechar el viaje a Buenos Aires aunque, de igual forma, siempre queda algo por hacer para una próxima visita.

Como dije más arriba, fui con cierto mapa de editoriales a visitar. Me gusta perderme, pero una pequeña ruta es necesaria para todo lector que se abruma, como es mi caso, con la cantidad y diversidad de propuestas editoriales, ya que dan ganas de visitar todo. Cruzamos mapas de preferencias editoriales con mi madre para tener cierto plan de visita cada día. De entrada, nos dimos cuenta que ninguno de los dos tenía curiosidad por visitar las grandes multinacionales del libro, aquellas que aglomeran centenares de editoriales con atención dispar, muchas veces privilegiando lo comercial por encima de la riqueza y la calidad de los distintos sellos. Si bien cada filial tiene un perfil local de edición, el resto de la oferta literaria no varía respecto a la que encontramos en Uruguay.

Comenzamos en Amorrortu editores, editorial especializada en Psicología y, principalmente, en Psicoanálisis, en la que están editados los principales psicoanalistas clásicos y contemporáneos. Primera visita, primera compra, nada original, por cierto, pero era un anhelo desde estudiante: la obra completa de Sigmund Freud, ¡son veinticuatro tomos!, con la traducción específica elegida para estudiar en la Facultad de Psicología; necesitaba tener todos los libros juntos en mi biblioteca para dejar de leerlo en fotocopias cada vez más gastadas por el paso del tiempo. El cambio actualmente es muy favorable si uno va con algunos dólares ahorrados. Y a eso hay que agregarle que, durante las Jornadas Profesionales, se realizan importantes descuentos: era EL momento.  

Siguiendo con la recorrida, nos dimos una vuelta por el stand de Chile para encontrarnos con la editorial Metales Pesados, dedicada a ensayos filosóficos y artes visuales. En ella se encuentran de las pocas traducciones al español de las obras del compositor y filósofo estadounidense John Cage; también encontramos aquí, con otra editorial chilena que no recuerdo el nombre, unas hermosas ediciones de haikus para niños. En mi lista estaba la editorial Sudestada porque, específicamente, estaba atrás del último libro de César González, poeta (con el seudónimo de Camilo Blajaquis), escritor y director de cine, un «renacentista» del conurbano de la Villa Carlos Gardel en Morón. En su último libro, El fetichismo de la marginalidad, analiza la representación burguesa de lo que llamamos (nosotros, los privilegiados) lo marginal y delictivo tanto en el cine, como en la televisión, y de qué manera la máquina del Capital genera un producto consumible para toda la sociedad desde la espectacularidad y lo bizarro.

En los días posteriores, visitamos pequeños conglomerados editoriales independientes; en la actualidad, hay un boom de pequeños proyectos editoriales, muchos de ellos autogestionados, con perfiles diversos y temáticas actuales (feminismos y disidencias, ecologismo y crisis climática, postcapitalismo y un largo etcétera). En el stand de Todo Libro es Político comulgan Tinta Limón, Cactus, El cuenco de plata, Hekth, entre otras. Aquí dimos con la reedición de uno de los libros iniciáticos de la autora, actriz y dramaturga Camila Sosa Villada, reeditado por Ediciones Documenta/Escénica, y que se titula El viaje inútil. En ese texto relata su historia de vida, desde la infancia hasta el choque con la escritura “como lugar de posibilidad y peligro”. 

En el stand de TYPEO, (Territorio y Producción Editorial Organizada) se hermanan varios proyectos editoriales cooperativos y autogestionados, unidos bajo la premisa de generar «un espacio de encuentro y complicidad de editoriales (pre)ocupadas por la potencia política de la palabra escrita, el objeto libro y los mundos que ambas entidades contienen y sostienen». A TyPEO la forman Astier, Culmine, Del Signo, El Colectivo, Hasta Trilce, La Libre, Muchas Nueces, Rara Avis, Ripio y Ubu. Aquí contamos con la colaboración y asesoramiento de un entrañable amigo librero uruguayo, quien nos sugirió títulos y nos recomendó editoriales. Fue así que encontré el libro Vidas diseñadas de la editorial Ubu que, en síntesis, es una crítica al coaching ontológico como modelo que prepara, asesora, entrena y coachea la vida del sujeto desde un lugar de superioridad existencial que no comprendo.

Más allá de la importancia de la Feria en sí misma, y teniendo en cuenta que es una de las expresiones culturales más importantes de nuestro sur, fue la vuelta a la presencialidad de los cuerpos; significó el reencuentro con amigos y colegas después de dos años de pandemia; la Feria también sirvió de pretexto para celebrar y brindar por estar ahí, en presencia, con la alegría de volver a las charlas cara a cara y la Feria transmutada en Fiesta por la noche, en la ciudad de la furia, un infierno paradisíaco.