Hay en el mundo una isla que nadie pudo pisar jamás.

Hay en el mundo una isla de un metro de alto que se está hundiendo a pesar de los esfuerzos de sus habitantes acumulando arena y ramas para negarle el triunfo al océano.

Existe otra isla en la cual hasta los cerdos son grises, pues la mayoría de sus pobladores son daltónicos y salen exclusivamente al anochecer de sus chozas para pescar y cazar.

Un hombre aprende en sueños —sin haber abandonado nunca su país— el idioma que solo se habla en una diminuta isla del otro lado del mundo.

En Santa Kilda los niños no sobreviven más de ocho días.

Cincuenta islas ha recopilado Judith Schalansky, una escritora alemana nacida en 1980, en un proyecto tan geográfico como poético. En el prólogo, confiesa no haber inventado nada, sino trasladar las referencias escasas de cronistas, navegantes o viajeros que han pasado por ellas o lo han intentado. Explicita además la no pertinencia de cuestionar la veracidad de los hechos por ser incomprobables.

«Una vez que resulta posible viajar alrededor de todo el globo terráqueo, solo nos queda un reto: permanecer en casa y descubrirlo desde allí», nos dice en la introducción, y no nos queda más remedio que darle la razón y emprender el viaje.

No será gratificante, pues más allá de las imágenes de agencias con playas y palmeras, en estas islas residen la desolación y el espanto, la soledad y el hambre, la desesperación homicida o la antropofagia.

Tampoco el clima será amable con el lector que no tendrá ni el consuelo del paisaje. Rocas afiladas, negras o grises, cubiertas de hielo o de sal, no nos esperan a nosotros ni a nadie. Mudas y rodeadas de agua, simplemente parecen existir en espera de que alguien las nombre, narre una historia real o imaginada sobre ellas y se vaya de allí.

Al fin apareció alguien a recopilar esas narraciones, al fin apareció este libro.

Atlas de islas remotas
Schalansky, Judith
Nórdica Libros (2013)
Páginas: 160
UYU 890