Revista Intervalo

Las novelas contemporáneas Carnada, Panza de burro y Cometierra, aunque distintas entre sí, comparten protagonistas mujeres y muy jóvenes. Y todas son poderosamente sugerentes en cuanto a sonidos se refiere. El músico Ismael Collazo nos ofrece una reseña de cada una de estas obras por medio de piezas sonoras tan extrañas como evocativas. Expande, así, la lectura de tres novelas claves de nuestras letras.


«El tango está entreverado con nuestro paso por la vida, nuestro ritmo humano, y hasta cuando solo se baila como novedad juvenil (ahora) y no se atiende a su letra, el tango sigue siendo un peligro sensible». Alicia Migdal construye un texto en el que surge una verdadera esgrima de todo lo sentimental implicado en Troilo, Piazzolla, y en tantas otras y otros.

Multiinstrumentista, irónico, caústico, demasiado original: Stephin Merritt y su discografía en un repaso extraordinario de Flavio Lira. Una guía que le agrega capas de sentido al toque de The Magnetic Fields el próximo 8 de diciembre.

Los villancicos navideños se mezclan con el rock a todo volumen de los Oasis en un fortuito encuentro de supermercado; el confort familiar y la furia maquinal se disputan su lugar en el individuo; Tabaré Couto compra un nuevo arbolito para decorar, mientras recuerda Tokio blues.

Luces que se encienden y se apagan en la discoteca New Faces, una mudanza a Montevideo, la alienación y el extrañamiento de los lugares de la infancia, la música como salvavidas. Patricia Turnes reflexiona sobre las casualidades en serie que llevaron a Joy Division a convertirse en New Order, a ella misma a querer ser como Bernard Sumner.

Suena Billie Eilish mientras Tabaré Couto sigue buscando conexiones. Lee a Onetti, a Mariana Enríquez y se explaya cuando habla del documental chileno El agente topo. También hay pensamientos para Tabárez, Rosalía y el universo de Don Draper. Suban el volumen, hasta que Billie Eilish deje de sonar.

Estados, acciones situadas en el tiempo, tiempos verbales que se sitúan, nos sitúan, nos situaron. Tiempos nada simples, seguro imperfectos, que tal vez precisen de auxiliares. Tabaré Couto conecta con la última novela de Alejandro Zambra y pone a dialogar a Jarvis Cocker con Frank Bascombe, el personaje creado por Richard Ford. ¿Nos estamos perdiendo de algo?

Un libro, una canción, de nuevo un libro; días que se repiten; sonidos sincronizados que reiteran en una sucesión constante, casi eterna. Voces de un pasado, que nunca se fueron; fantasmas. Uno, dos y de nuevo uno. Tabaré Couto inicia una serie de conexiones entre literatura, música, cine, artes y otros acontecimientos cotidianos que en esta ocasión hilvanan la pandemia, Guitarra negra y las estructuras en loop.

En una nota anterior, Tabaré Couto recordaba su primer viaje en 1994 a Los Ángeles, ciudad por cuyas calles merodeó acompañado por la voz de Janis Joplin. Regresa a la ciudad en 2019, a sus calles, cines, librerías y disquerías, mientras se aloja, como cada vez que vuelve, en el ex Landmark Hotel, sin dejar de pensar en su —tristemente famosa— habitación 105.

Amanece gris y hostil la ciudad de Los Ángeles, sus ritmos se aceleran, la agitación se instala hasta que cae la noche y los fantamas de las grandes figuras del rock se pasean por sus calles. Tabaré Couto nos cuenta su primer viaje a L.A. en 1994 y el reencuentro con el espíritu de Janis Joplin en el hotel donde, a los 27 años, se apagó su profunda voz.

1989 fue un año clave, un año que algunos historiadores han calificado como «bisagra» para Uruguay y para el mundo. Tabaré Couto hace un repaso de los acontecimientos más destacados del espectro político, social, cinematográfico, cultural y sobre todo musical, treinta años después. Un recorrido por el fin de una década desde la que todavía nos llegan ecos de punk y rock and roll.