Fútbol, no solamente
Entender este mundo hecho pelota
Por Mintxo / Jueves 08 de diciembre de 2022
Jugadores de salarios obscenos, politiquería, corrupción, sistemas totalitarios y dominio de masas... A nadie le son ajenos los entretelones del Mundial. Mintxo reseña el libro Un mundo hecho pelota (Penguin, 2022) y reivindica que el fútbol, de la mano de Felipe Fernández, se transforma en un lente para entender el mundo.
El fútbol para entender el mundo en que vivimos
Se podrá contar de distintos modos, incluso se lo hace sin decirlo, pero lo cierto es que el fútbol, desde 1900 a esta parte, se ha transformado en el deporte más popular y masivo del planeta. No tiene fronteras, básicamente, y es probable que en este mismo instante haya hombres y mujeres practicándolo en algún recóndito lugar. No es lo único, otras cosas se están haciendo y usted, como imaginará, sabe que hay de las buenas y de las malas. No vale la pena entrar en detalle. Lo cierto es que esto que llamamos fútbol atraviesa los pueblos. Hay quien sostiene que el fútbol se ha desarrollado más que la democracia o que la economía de mercado. Es probable.
Hay veces en que hablar de fútbol como sinónimo de lo que pasa adentro de una cancha queda chico. En la televisión del bar donde el mozo apura un café está la Champions League. Dos hombres que comparten merienda miran de reojo el partido mientras mezclan temas: se ponen al tanto de sus trabajos y de sus familias, conversan sobre la posibilidad de ir al Mundial; del lejano Medio Oriente pasan a charlar sobre sus hijos y, de ahí, al fútbol, al gol que le hace un argelino (nacido en Francia) que juega en un club inglés al arquero marroquí (nacido en Canadá) que defiende el arco de un club español; mientras, ruido a movimiento de pizzería, el partido en la tele que se enfría.
Un mundo hecho pelota, de Felipe Fernández (Penguin Random House, 2022) es una muestra de que la historia se puede contar a través del fútbol, no sólo la historia del fútbol, esa que, por ejemplo, dice que el 16 de julio de 1950 se dio el hito máximo de este deporte (al menos para Uruguay), sino la que puede explicar qué vinculación tienen los clubes bolivianos y paraguayos con la guerra del Chaco; cómo estuvo relacionado el deporte con las dictaduras de Sudamérica; por qué dos futbolistas iraníes defendiendo a un club griego no quisieron jugar contra un equipo israelí; o, tal vez el capítulo que más me atrae, cómo saber el origen de los equipos rusos según su nombre: «los CSKA son equipos vinculados al Ejército, mientras que los Dinamo están relacionados con la Policía. Los Torpedo son asociados a la industria automovilística, los Lokomotiv al ferrocarril y los Zenit a la industria armamentística. Y luego están los Spartak. El nombre es la versión rusa de Espartaco, el esclavo tracio que en épocas del Imperio Romano desafió el poder establecido. Toda una declaración de intereses».
En este libro hay dieciocho historias diversas y muy bien contadas: sin discurso, sin retórica, con muchísima información. Un mundo hecho pelota le puede gustar mucho a quienes aman el fútbol, pero también a quienes no: el fútbol es la excusa para contar un montón de hechos y circunstancias que, en mayor o menor medida, sacudieron el globo.
Otra cosa me atrapa y que encontré en la construcción de los relatos es que van de la anécdota a la historia. Quiero decir, no empiezan por lo grande, no quieren demostrar todo lo que se sabe, sino que arrancan por la hormiga que no sabe cómo salir de una rama pero que llegará a Sudán del Sur con el tiempo justo para ver un partido de fútbol 24 horas antes de que el país se independice. ¿Por qué me gusta eso? Prosa sencilla mata galán.
En la tele se acabó lo que pasaban. El partido estaba liquidado y los hombres no se enteraron. Se saludan. Uno dice que sale corriendo porque tiene que dar clases en la facultad, pero se entrefrena cuando el otro cuenta que tiene que ir a comprar figuritas para el álbum del Mundial, así su hijo lo lleva a la escuela porque la maestra lo usa de guía para contar la geografía de Qatar, los estadios, sus (anti)leyes patriarcales.
De la universidad a la escuela, sin importar clases sociales, el fútbol atraviesa todos los estamentos y se presenta así como hilvanador de historias, como contador de ese costado del fútbol que sirve para ver o reflejar muchas de las cosas que nos pasaron o nos están pasando.
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