Reseña
«El cuchillo en la mano», de Patrick Ness
Por Federico Ivanier / Martes 02 de abril de 2019
El cuchillo en la mano no es solo el primer libro juvenil de Patrick Ness sino también el primero de la conocida trilogía Chaos Walking, de la que forman parte La pregunta y la respuesta y De hombres a monstruos. Federico Ivanier nos recomienda esta lectura que nos traslada a un futuro distópico, sin mujeres, y afectado por el virus «ruido», escenario al que se enfreta el joven Todd.
Me interesaba leer algo de Patrick Ness, curiosamente, porque había visto una película que involucraba una novela escrita por él: Un monstruo viene a verme. Había notado allí, en la historia, la intención de jugar con elementos fantásticos para crear algo emocionalmente potente (que no es lo mismo que emocionante). O sea, no algo que fuera excitante por sus trucos de efectos especiales o la gran (y muchas veces absurda) cantidad de acción impuesta a la trama, sino que primaba una intención de conectar con, en ese caso, el espectador y con las emociones de los personajes.
Leer El cuchillo en la mano confirmó esta sensación: la de un escritor que desea hacer grandes cosas con sus libros. El cuchillo en la mano (que, por supuesto, pronto será una película y por eso ahora tiene al libro accesible en Uruguay, luego de diez años de ser publicado) es una novela fascinante de a momentos y con grandes aciertos en la prosa. Es difícil clasificarla y decidir cuál es el tema, también es una de esas novelas que generan en los lectores sensaciones contrapuestas, tanto de aceptación como de rechazo, y eso, al menos, digamos que es un punto de partida interesante.
La historia arranca con una idea poderosa: que nuestro personaje central, Todd, de 13 años, puede escuchar los pensamientos de los demás, incluyendo los de su propia mascota, un perro llamado Manchee. Esa capacidad de escuchar los pensamientos está resumida como «ruido», o sea, una masa de ideas y palabras que constantemente golpea a nuestro personaje, ahogando sus propios pensamientos. Esta capacidad proviene de un virus que los humanos encontraron al llegar al planeta donde vive Todd y donde se desarrolla la novela, y afecta en exclusiva a los hombres. Es imposible escuchar los pensamientos de una mujer. También, es imposible escapar de ese ruido.
Sin embargo, Todd, en un momento, se encuentra con un agujero de silencio. Esto, que de por sí, es ya bastante hermoso (¿quién de nosotros no necesita silencio hoy, en este mundo pasado de redes sociales y personas tratando de decir de todo, todo el tiempo?) pero se vuelve más interesante cuando nos enteramos de que Todd vive en una sociedad donde no hay mujeres, ya que todas han muerto.
¿De dónde viene este silencio que Todd escucha en el pantano? ¿De veras no hay mujeres en este planeta? ¿Pretisstown, el pueblo donde vive Todd, es el único en el mundo? Las respuestas que van apareciendo convierten quizá a las primeras cien páginas de la novela en una delicia.
En esencia, la novela es una mezcla de road-movie, una de estas películas de carretera, con personajes huyendo de algo, o tratando de encontrar un nuevo lugar donde recomenzar sus vidas, pero El cuchillo en la mano abreva de varias fuentes, ya que es fácil encontrar sutiles elementos de ciencia ficción, así como otros menos sutiles de distopía y de historia postapocalíptica. En cierto modo, es fácil admitir que toda historia postapocalíptica tiende a ser un poco road-movie, ya que es siempre una carrera en busca de un nuevo paraíso. Pero en el caso de Ness estos elementos siempre consiguen un nuevo costado, fresco e interesante.
Por supuesto, incluso con el manejo del «ruido», se trata de una novela sumamente visual y no es sorprendente que vaya a convertirse en una película. Hasta está escrita en presente, como se escribiría un guion cinematográfico. También está llena de cliffhangers y de momentos de giro en la trama. Pero lo que parece atraer más a Ness es una discusión que pasa por, primero, cómo hacemos para conectarnos con los otros, trascendiendo este aluvión de pensamientos que llegan todos mezclados o confusos. Y en eso, claro, está la búsqueda de la esperanza. ¿Tenemos derecho a ella? ¿Qué lugar ocupa el fanatismo religioso en todo esto? Ness recorre todos esos lugares y sale bastante bien parado.
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